lunes, 6 de julio de 2009

Lo puto sólo lo llevamos por dentro

Por: Marcelo Rodríguez



Torreón Coah.- Hoy es un día común y corriente en esta ciudad, que si bien no es capital del estado, tiene mucho movimiento en sus calles y avenidas. Una de las principales calles de esta ciudad es la Avenida Morelos; de día es una sencilla zona comercial donde encuentras todo tipo de establecimientos, gente que va y viene de un lado a otro, algunos descansan en las bancas de las dos plazas que colindan con esta calle, finalmente “la Morelos” es reconocible por sus grandes palmas que corren desde la Alameda hasta la calle Muzquiz, donde comienza el tan conocido mercado Alianza.

Morelos la calle que nunca duerme


Por la noche podemos apreciar diferentes espectáculos que se montan en la Plaza de Armas ubicada sobre esta sonada Avenida; como los viernes de karaoke, donde podremos apreciar la participación espectacular de personas mayores con canciones populares y bailes exóticos de sus buenos años mozos y otros no tanto, dicho espectáculo tiene comienzo alrededor de las siete de la noche para terminar poco después de las diez. Es ahí donde empieza a brillar esta avenida, se disfraza de colores llamativos y pasionales, de melenas rubias y obscuras, de cuerpos espectaculares tan reales como los cincelados por esponjas y protuberancias falsas, que a diez metros de distancia parecería estar viendo a la mismísima Lorena Herrera, y que a un metro descubres que son más parecidas a la fallecida Francis. Y como diría la canción de la cantante española Mónica Naranjo, de acrílico, cuero y tacón… maquillaje hasta en el corazón, sobre todo de la Plaza de Armas hasta la calle Leona Vicario, donde el color arcoíris tiene inicio y final por una larga jornada con lluvia o sin esta.


Es ahí en donde estas bellezas artificiales se ofrecen al mejor postor, y es por eso que podríamos decir que “la Morelos” es la calle que nunca duerme.Dicho servicio netamente sexual, es consumado en “Hoteles” situados sobre esta calle; como el “Hotel Princesa”, donde la noche cuesta $120.00 en un cuarto de cuatro por cuatro con baño, donde sólo hay una cama, dos sillas y una cómoda o “closet”. La morada vence hasta las 12:00 del medio día siguiente; pero hasta en estos lugares tienen su lista negra, en donde ciertas personas no son bienvenidas por faltas al establecimiento, según el encargado “por cocos y desmadrosos”.

“Nací homosexual, viviré homosexual y moriré homosexual”


El día martes dos de octubre en punto de las 11:00 PM tratamos de entrevistar y fotografiar a los hombres que ofrecen el servicio de prostitución. Ese día no pudimos encontrar muchos, sin embargo nos percatamos de “Samantha”: un joven de veinticinco años de edad que aparentaba mucho menos. De complexión delgada, con el cabello teñido de rubio hasta los hombros y recogido en cola de caballo, nariz aguileña y facciones de hombre pero vestimenta de mujer que aunque era strech, le quedaba bastante holgada por su delgadez y falta de curvas. Samantha es el menor de diez hermanos. Se dedica a cortar el cabello en estéticas unisex de amigos suyos, los cuales la llaman cuando se les acumula trabajo. En sus propias palabras se define como una persona feliz debido a que sus padres lo apoyan y nunca le han manifestado molestia por su preferencia sexual, a pesar que cuando era pequeño lo llevaron al psicólogo tratando de buscarle una solución a su preferencia, a lo cual comenta al respecto: “Lo que pasa es que yo desde siempre he sido muy afeminado y ps (sic) el psicólogo les hizo ver a mis papas que yo nací así, que yo nací homosexual, viviré homosexual y moriré homosexual. Porque ¿cuántos no hay que se casan, tienen hijos, se hacen viejos y aunque no se hagan vienen a buscar hombres para tener sexo?”.

Aunque los padres de Samantha no saben que por las noches frecuenta “la Morelos” el piensa que se lo imaginan debido a que un día de esos en que se encontraba por estos rumbos se topó a uno de sus hermanos el cual le cuestiono el motivo de su presencia en ese lugar y a altas horas de la noche, a lo que Samantha respondió “esperando a unos amigos, y lo bueno es que en eso pasaron unos amigos y pos (sic) ya se fue”. Dice admirar a las mujeres que se dedican a este negocio por la necesidad de mantener y sacar adelante a sus familias, pero ella lo hace por gusto ya que según ella le va muy bien con sus trabajos de estilista y en sus propias palabras “para cuando llegue a viejilla ps (sic) pueda decir que sé lo que es ser prostituta y ps (sic) si me van a empinar dependido que me den pa (sic) una aspirina pal (sic) dolor de la cola”.Después de esta entrevista el día cinco del mismo mes en punto de las 12:00 AM nos encontramos con una exuberante rubia de melena larga, vestido rosa muy corto y lentejuelas, de tacones, bolso en mano y brillos en la piel, que al ver su rostro de perfil nos percatamos que era la propia Samanta por la singular forma de su nariz, arribando dispuesta a lo que fuera.


“Me apuñaló y no me pagó”


Ese mismo día, minutos después de deslumbrarnos con el cambio radical de Samantha, nos topamos con Carla y Tania, que por sus experiencias sería sencillo opinar que los hombres prostitutos se ganan fácil y rápido la vida, pero la realidad es que en algunos casos se juegan todo por el todo. Carla, que físicamente y en todos los aspectos es un hombre vestido de mujer, moreno, burdo, corpulento y de baja estatura; a pesar de las cosas que le han sucedido tiene diez años trabajando sobre esta avenida y no pierde el buen sentido del humor que lo caracteriza.Comenta que le ha pasado de todo, desde pedradas hasta botellas llenas de cerveza. En su vivencia en este negocio relata la experiencia que la marcó físicamente: “Una vez me subí con un chavo, bueno ni tan chavo, un señor joven, que pues estaba drogado y borracho si no, no me hubiera subido” lo dice en tono burlesco. “Y pues era cuando yo empezaba, no me di cuenta que estaba en esas condiciones, pues era primeriza (se ríe) y pues a la hora de la paga me apuñaló en el estomago y la barbilla y ahí me dejó el mendigo… y no me pagó el desgraciado… fíjate”.


Carla comenta que el sector salud, dependiendo del estilo de vida que llevan los prestadores de este servicio, les otorga la licencia de trabajo después de realizarles los exámenes de VIH y SIFILIS cada tres meses, pero hay a quien se lo practican de uno a dos meses consecutivamente.
Tania es muy amiga de Carla, alto, blanco y un poco subido de peso, de cabello largo y negro; pero sin duda cara de mujer. Como lo menciona ella, en este negocio todo mundo se conoce ya que permanecen rondando la calle aproximadamente de nueve de la noche a seis de la mañana del día siguiente, aunque la mayoría acude solo los fines de semana cuando hay más clientes:“Hay días en que nos tocan más de cinco clientes, hay días en los que no hay nada, yo cobro $300.00 por cuarenta minutos o una hora, no como esta” dice volteando a ver a Carla quien cobra $250.00, “la diferencia es que aparte de la motivación oral y la penetración este incluye un masaje relajante al final”.


Después de la revelación de Tania acerca de su servicio y el plus que le da al final, bien podría poner al tanto a su competencia acerca de sus métodos para atraer a sus clientes. Le preguntamos de qué manera se podría defender de algún ataque como el que sufrió Carla y si es que ha pasado por algo similar, a lo cual respondió: “Aquí uno aprende de todo, estos tacones hace tres años descalabraron a un güey, nuestra manera de defendernos es con los puros puños, lo puto sólo lo llevamos por dentro”. Realmente Tania hace revelaciones poco usuales, generalmente se cohíben y no quieren hablar de ningún tema. Al cuestionarle sobre lo bueno de este trabajo nos respondió con algo difícil de creer pero para ellas completamente cierto: “Lo más bueno que nos ha pasado fue una vez que un cliente nos regalo $22.000.00 (…) lamentablemente no te puedo dar nombres pero esta persona es un reconocido doctor de esta ciudad”.


“No me grabes y si me tomas la foto me voy a enojar”


Esto fue lo que argumentó Kenya, una despampanante rubia, alta y delgada, que pasaría completamente por mujer a no ser por sus protuberancias falsas, sus manos, y la tan peculiar y distinguible manzana de Adán que se movía al compás de sus palabras. Cuando la abordamos con grabadora y cámara, justo salía de la camioneta de uno de sus clientes, no quiso darnos una entrevista: “Lamentablemente no estoy apta para dar este tipo de entrevistas y hablar de mi vida, porque de día soy hombre y vivo con mis abuelos, y ellos no saben que me visto de mujer, menos que me dedico a esto; es todo lo que puedo decir, gracias… de verdad no es por ser mamona (sic)”. Asegura que sus abuelos no se dan cuenta por que se sale a escondidas y creen que está dormido, acude a la casa de una amiga y ahí se trasforma; y regresa cuando los primeros rayos de sol comienzan a brillar.


Si bien es cierto para los habitantes de la Comarca Lagunera, la avenida Morelos es famosa por convertirse en zona de tolerancia no oficial por la noche, donde se encuentran mujeres y travestis ofreciendo sus servicios sexuales. Es ahí donde nos atrevemos a decir que la noche se viste de rosa y lentejuela, brilla y se apaga hasta la mañana del día siguiente. Las mujeres tal vez lo hacen por necesidad; pero ellos, “las princesas de la noche” lo hacen por gusto y disfrutan realizar su trabajo al máximo, siempre utilizando protección y sus encantos artificiales para atrapar a cualquiera que se les preste.